lunes, 26 de mayo de 2008

EL CODIGO SECRETO DE LA BIBLIA
EL FIN DE LOS DÍAS

El 11 de setiembre de 2001 presencié en directo los terribles atentados a las Torres Gemelas. Más tarde, leí los detalles en los reportajes del New York Times, Time y Newsweek. En el momento en que acaecieron, no atendí a la televisión porque estaba asistiendo en directo desde la azotea de mi casa.
El doctor Rips me envió por correo electrónico una tabla que yo también había encontrado minutos después de que cayesen las torres, pero las líneas telefónicas estaban bloqueadas y no pude hablar con él hasta el día siguiente. Lo que más le conmocionó, como matemático, fue que las tres palabras que cualquiera hubiese buscado automáticamente, «Gemelas», «Torres» y «avión», estaban codificadas juntas en el mismo lugar con una probabilidad de una entre diez mil.

John Podesta, jefe de Personal de la Casa Blanca, me dijo que el presidente Clinton tenía una copia de mi primer libro en Camp David, cuando reunió allí, en julio de 2000, a Arafat y Barak.
Mi encuentro con Arafat en Ramala tuvo lugar el 13 de abril de 2001. Mi encuentro con Simón Peres en el Ministerio de Defensa israelí, en Tel-Aviv, tuvo lugar el 22 de abril de 2001. Mi reunión con Omri Sharon fue el 17 de abril de 2001, en el hotel King David de Jerusalén. Me entrevisté con Podesta en la Casa Blanca el 16 de octubre de 2000.
Mi carta al presidente Bush llevaba fecha del 3 de agosto de 2001 y llamé a la Casa Blanca el 10 de setiembre de ese mismo año. Me dijeron que la había recibido el jefe de Personal, Andrew Card, y la consejera de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice.
Por aquellas fechas, The New York Times publicó las palabras del presidente que decían que había estallado «la primera guerra del siglo xxi». La columna de Thomas Friedman en el Times del 13 de setiembre de 2001 empezaba con el titular «Tercera guerra mundial».
La búsqueda del código de la Biblia por parte de sir Isaac Newton se halla descrita en el ensayo «Newton, the Man» [«Newton, el hombre»], del famoso economista John Maynard Keynes (Essays and Sketches in Biography [Ensayos y esbozos en biografías], Meridian Books, 1956). Richard S. Westfall, en The Life of Isaac Newton [La vida de Isaac Newton] (Cambridge University Press, 1993, p. 125) afirma que el genial físico «creía que la esencia de la Biblia era la profecía de la historia humana».
Cuando Rips decía que Newton no pudo encontrar el código porque estaba «el libro sellado hasta el momento del fin», en realidad estaba citando las palabras del Libro de Daniel 12:4.
La idea de que la Biblia le fue dictada a Moisés por Dios de forma «continua, sin rupturas entre las palabras», la encontramos por primera vez en el sabio del siglo xiii Nachmanides, en su Commentary on the Torah [Comentario de la Tora] (Shilo, 1971, Charles Chavel, ed., vol. I, p. 14). La continuidad de la Tora también queda reflejada en su forma tradicional de pergamino, un rollo de texto sin interrupciones.
La Biblia original está formada por los cinco primeros libros. Del Génesis al Deuteronomio. Los judíos lo llaman la Tora. Pero en este libro yo me refiero a ello como la Biblia y, por lo tanto, al código que estudiamos lo llamo el código de la Biblia.
El experimento original de Rips fue publicado en Statistical Science agosto de 1994 (vol. 9, n.° 3), pp. 429-438, «Equisdistant Letter Sequer the Book of Génesis», y sus autores fueron Doron Witztum, Eliyahu Rips y Yoav Rosenberg. Sus resultados afirmaban que en el código de la Biblia aparecían los nombres de 32 rabinos famosos. Éstos vivieron y murieron después de que fuese escrita la Biblia y, sin embargo, se leen en ella hasta sus fechas de nacimiento y defunción. La probabilidad de hallar tal información por azar es de cuatro entre un millón. En una serie de experimentos posteriores, las probabilidades llegaron a ser de una entre diez millones.
El descodificador de la Agencia de Seguridad Nacional estadouni Harold Gans, me informó de los resultados de su experimento independiente en dos entrevistas telefónicas, en enero de 1993 y diciembre de 1996.
Gans me dijo que las probabilidades de encontrar los nombres de las ciudades donde vivieron los rabinos era de uno entre doscientos mil. Y allí estaban.
La primera noticia que tuve sobre el código de la Biblia me llegó en junio de 1992, después de encontrarme con el general Uri Saguy, a la sazón; la Inteligencia Militar israelí.
Conocí al doctor Rips en su casa de Jerusalén a finales de junio de La codificación sobre la guerra del Golfo que me enseñó aquella noche había sido encontrada por su colega Witztum. Rips me dijo que tanto Wiztum como él habían leído en el código la fecha exacta del ataque a Israel con misiles Scud tres semanas antes de que empezase la guerra del Golfo.
El 1 de setiembre de 1994 me entrevisté con Chaim Guri en su casa de Jerusalén. Aquella misma noche llamó a las oficinas de Rabin y a la mañana siguiente el chófer del primer ministro recogió mi carta y se la entregó a su jefe. En ella le explicaba que el código predecía su asesinato. La carta llevaba fecha del 1 de setiembre de 1994.
Rabin fue asesinado en un mitin político en Tel-Aviv, la noche del 4 de noviembre de 1995. Yigal Amir, un judío ortodoxo de veintiséis años de edad, le disparó tres tiros y dos le alcanzaron en la espalda.
Las cuatro menciones al «fin de los días» de la Tora aparecen en el Génesis 49:1, Números 24:14, Deuteronomio 4:30 y Deuteronomio 31:29. La expresión alternativa del «fin de los días» aparece en Daniel 12:13.
El presidente Clinton anunció la cumbre de Camp David el 5 de julio de 2000. Arafat y Barak se reunieron con él el 11 de julio de aquel año. Mi carta al entonces presidente de Estados Unidos estaba fechada el 5 de julio de 2000.
Las negociaciones de Camp David fracasaron el 25 de julio. El 29 de setiembre dio inicio la segunda intifada, después de que Ariel Sharon visitase, un día antes, la Explanada de las Mezquitas. Sharon fue elegido primer ministro de Israel el 6 de febrero de 2001.
Rips confirmó los resultados finales de su estudio sobre la aparición conjunta de las expresiones «fin de los días», «Arafat», «Barak», «Sharon» y «Bush», el 1 de mayo de 2001, tras dos semanas de investigación informática en la Universidad Hebrea. Las probabilidades eran de una entre quinientas mil.
La carta sellada que le entregué a mi abogado, Michael Kennedy, llevaba fecha del 6 de octubre de 1998.
«Shahid», la palabra árabe que designa a un «terrorista suicida», significa literalmente «mártir», pero es usada tanto por israelíes como árabes para describir a los hombres bomba que mueren cometiendo atentados.
El 17 de mayo de 2001, en una conversación telefónica, el doctor Rips me confirmó que las probabilidades de aparición de «guerra mundial», «holocausto atómico» y «fin de los días» junto con «en 5766» (2006) eran al menos de una entre cien mil. «Y esa probabilidad podría ser todavía menor -Rips—. Sólo he buscado en cien mil textos al azar y ninguno era mejor.


LA CLAVE DEL CÓDIGO

En Éxodo 24:10 se afirma que Moisés «vio al Dios de Israel. Y debajo de sus pies había lo que se parecía a una obra de losas de zafiro».
La leyenda que dice que Dios escribió las palabras originales de la Biblia en «piedra de zafiro» la encontramos citada en Kaplan, The Living Tora) Tora viva], p. 379, y atribuida a un antiguo comentario sobre la Biblia,. BeHaAlothekha, 101. Véase también Kaplan, p. 420.
El rabino Adin Steinsaltz, el más destacado traductor de textos hebreos antiguos, me dijo cuando nos encontramos en su estudio de Jerusalén que Isaías 41:23 se dice: «para ver el futuro debes mirar hacia atrás», lo que bien significa en hebreo «lee las letras al revés».
En mayo de 1998, poco después del Shavuot, la fiesta que celebra al entrega de la Tora al hombre, me encontré con Rips en Jerusalén y le mostré que su nombre (en hebreo, «zafiro» a la inversa) aparecía en el versículo de la Biblia que describe la venida de Dios al monte Sinaí.
La cita que Rips me leyó del Genio de Vilna procedía de la tradueck inglés de The Jewish Mind [La mente judía], de Abraham Rabinowitz (Hillel Press, 1978, pp. 33-34).
Finalmente, encontré las oscuras palabras en hebreo que designan los «obeliscos» en el diccionario hebreo en cuatro volúmenes The New Dictionary, de Abraham Even-Shoshan (Kiyat-Sefer Press, Jerusalén, Israel, 1985). El significado de la palabra «obelisco» también se halla comentado en el antiguo libro de recensión de la Biblia, el Midras.
El Midras, de 1700 años de antigüedad, que afirma que los «obeliscos» «no son obra del hombre, sino del Cielo» es el Mekhilta According to Rabbi Ishmael, An Analytical Translation [El Mekhilta según Rabbi Ishmael, Una traducción analítica] (traducción de Jacob Neuser, Scolars Press, Atlanta,GA,1988). El mismo texto sugiere que los obeliscos eran humanoides, «una especie de hombre y mujer». Véase también The Book of Words [El libro de las palabras], de Marcus Jastrow, quien llama a los «obeliscos» rocas cavernosas que parecen «figuras humanas» (Judaica Press, Nueva York, 1996, p. 460).

Rips me envió el 2 de enero de 2002 un correo electrónico confirmándome que la expresión «clave del código» se cruzaba dos veces con «boca de los obeliscos», con una probabilidad de una contra un millón. En una conversación telefónica que mantuvimos después, el 6 de enero, Rips me contó que «en la historia de la investigación del código ningún otro par de palabras habían estado asociadas con tal nivel de significación estadística».
Las expresiones «boca de los obeliscos» y «señor del código» aparecen en el texto directo de la Biblia como los nombres de dos lugares de Egipto, cerca del mar Rojo, donde el faraón y su ejército alcanzaron a los esclavos hebreos en su éxodo.
Pero ambos lugares, cuyos nombres no aparecen traducidos en la Biblia y cuyo significado en hebreo nunca ha sido tenido en cuenta, no podían ser el lugar donde se encuentra la «clave del código» o los «obeliscos».

Moisés no recibió la Biblia en el monte Sinaí hasta que los hebreos hubieron escapado de Egipto. Por lo tanto, la clave del código de la Biblia no podía haber sido enterrada en Egipto.
Y en el mismo código de la Biblia, la localización de la «clave del código», del «código del obelisco» estaba explicitada de manera muy clara: el «valle de Sidim».
En Génesis 14:3 se afirma que «el valle de Sidim se encuentra en el mar Muerto». Rashi, el comentarista de la Biblia más prestigioso, dice que ese valle fue un vergel en otra época, pero el mar Mediterráneo lo inundó hace muchos años, creando el mar Muerto (Pentateuch with Targum Onkelos, Haphtaroth y Rashi's Commentary [El Pentateuco con comentarios de Targum Onkelos, Haphtaroth y Rashi], trad. de M. Rosenbaum y A. M. Silbermann, Jerusalén, 1929, p. 55).
En noviembre de 1998 tuve un encuentro con el geólogo israelí David Neev en su casa de Jerusalén y en algunas otras ocasiones. Neev me dijo que el mar Muerto se encontraba, en estos momentos, en su nivel más bajo desde hacía cinco mil años. Neev, la principal autoridad en este campo, también me dijo que «Sidim» en hebreo significa «cal» y sugirió que la península de Lisan, cubierta de piedra caliza, podría ser lo que queda del valle.
La primera vez que visité Lisan fue en noviembre de 1998. Después volví en marzo y abril de 1999, primero con dos israelíes del Instituto Geofísico de Israel y, después, con dos geofísicos jordanos. El 16 de febrero de 2000 volví a Lisan con un discípulo de Neev, Yuyal Bartov, un joven geólogo israelí experto en Lisan, y Mikhail Rybakov, un geofísico también israelí. Nos acompañaban funcionarios del Ministerio de Turismo y Antigüedades de Jordania.
Dos días antes, el 14 de febrero de 2000, me reuní en Ammán con el ministro Akel Biltaji, quien me aseguró que me facilitaría los permisos necesaríos para la investigación arqueológica. El permiso escrito, fechado el 12 abril de 2000, fue de hecho, firmado por el director del Departamento de antigüedades, el doctor Fawwaz Al-Khraysheh.
Por lo tanto, no fue más que el código de la Biblia lo que me condujo al «valle de Sidim», después al mar Muerto y, finalmente, al lugar exacto de mi búsqueda: la península de Lisan, de 25 kilómetros cuadrados de extensión. El código describía claramente su punto más septentrional, donde la peninsula entra en el mar Muerto formando una pequeña bahía llamada Mazra. Allí debía estar la «clave del código».


CLINTON

El presidente Clinton confesó su «relación» con Monica Lewinsky el 17 agosto de 1998. El 21 de setiembre de 1998 envié al The New York Times una información sobre el código de la Biblia en la que se vaticinaba que Clinton saldría indemne del escándalo. El 12 de febrero de 1999, el Senado de los Estados Unidos desestimó las dos acusaciones del impeachment.
El mismo día que Clinton anunciaba la cumbre de Camp David, el 5 julio de 2000, le envié una carta al presidente. La misiva le llegó de manos del jefe de Personal, Podesta, el 7 de julio, junto con una copia de mi primer libro acerca del código de la Biblia. El 17 de julio, el asistente del jefe de Personal me llamó y me dijo: «El señor Podesta le ha entregado personalmente al presidente toda su información en Camp David.»
La cumbre de Camp David empezó el 11 de julio y acabó en un estrepitoso fracaso el 25 de julio. Clinton culpó públicamente a Arafat, diciendo que Barak «dio un paso más que Arafat, especialmente sobre la cuestión de Jerusalén», en declaraciones recogidas por The New York Times, del 26 de julio de 2000. Mi primera carta a Barak databa del 17 de mayo de 1998 y predecía que éste sería primer ministro. Esta vez, el intermediario fue el general Isaac Ben-Israel, responsable científico del Ministerio de Defensa. Al cabo de un año, el 17 de mayo de 1999, Barak fue elegido primer ministro.
Decidí entonces enviarle a Barak una nueva carta a través de Ben-Israel y su secretario de gabinete Isaac Herzog, para hacerle saber que el código también predecía que Barak sería líder de Israel en «un tiempo de sumo peligro», e incluso le especifiqué que tenía que ver con la Explanada de las Mezquitas. «La frase "golpearán la Explanada de las Mezquitas" estaba tan claramente codificada junto a "primer ministro E. Barak" como lo estuvo en su día el asesinato de "Itzhak Rabin"», decía mi carta a Barak.

Ben-Israel me había dicho, el 29 de mayo de 1998 en Nueva York, que Barak había investigado personalmente el código de la Biblia siendo ministro de la Presidencia, después de que Rabin fuese asesinado.
El 3 de octubre de 1999, Jeffrey Goldberg publicó un artículo en The New York Times Magazine acerca del peligro de un ataque a la Explanada de las Mezquitas durante el año del milenio, el año 2000. También citaba unas declaraciones del líder de Hamas, Sheik Yassin, en las que decía: «Eso sería el fin de Israel.»
Mi encuentro con Abu Ala, el presidente del Parlamento palestino, tuvo lugar el 13 de agosto de 2000, en su oficina de Ramala.








BILL CLINTON

El 20 de setiembre de 2000 le envié un fax al jefe de Personal de Clinton, John Podesta, que decía: «Si el problema es la religión, entonces la solución puede ser el código de la Biblia.» Podesta accedió a verme en la Casa Blanca el 16 de octubre de aquel año.
La nueva intifada empezó el 29 de setiembre de 2000, después de las oraciones del viernes, en la Explanada de las Mezquitas. Cuatro muchachos ( lanzaban piedras contra soldados israelíes fueron muertos a tiros en la mezquita, tal y como informaron The New York Times, la prensa israelí y la CNN. El día antes, el 28 de setiembre, el representante de la derecha israelí, Ariel Sharon, había enviado a mil policías y soldados antidisturbios a la Explanada de las Mezquitas, encendiendo la mecha del levantamiento palestino.
También me entrevisté, el 12 de octubre de 2000, con el cuñado de Barak, Doron Cohén, en su despacho de abogados de Tel-Aviv y le entregué una nueva carta para Barak. Pero mientras hablábamos, recibió noticias de que dos soldados israelíes habían sido linchados en la estación de policía de Ramala. Mi descripción del linchamiento se basa en las imágenes de los reportajes la CNN y de la BBC.
El 10 de octubre de 2000 me reuní con Nabil Sha'ath y le entregué una carta para Arafat. Dos días más tarde, el lugar en el que nos encontramos fue destruido por un misil lanzado desde un helicóptero israelí.
El 16 de octubre de 2000 me entrevisté en la Casa Blanca con el jefe Personal del gobierno de Clinton. Me dijo que ya había hablado con el presidente acerca del código de la Biblia y que lo haría de nuevo.
Podesta me explicó que él mismo estaba abierto a creer en el código añadió: «Clinton también es creyente.» Al finalizar me prometió que me conseguiría una entrevista con el presidente, pero los bien conocidos problemas de los últimos meses del mandato de Clinton lo impidieron.

EXISTE

En hebreo, el nombre de la península de «Lisan» también significa «lenguaje». Por lo tanto, la tabla que corre paralela a «código de la Biblia» afirma dos cosas diferentes: «existe en Lisan» y «existe en el lenguaje del hombre».
Hablé con el doctor Rips acerca de este nuevo hallazgo el 11 de julio de 2000. En realidad, este descubrimiento fue posible gracias a la investigación del diseñador del programa que usábamos para descodificar, el doctor Alex Rotenberg, quien encontró por primera vez la expresión codificada «código de la Biblia» con dos secuencias de salto muy cortas. La probabilidad de este suceso estadístico era de una entre cinco mil.
Como ya he dicho antes, el código habla de sí mismo usando la expresión «código de la Tora», pero en este libro, para facilitar la lectura, me refiero a ello como «código de la Biblia».
Vi a Rips en Israel el 5 de abril de 2001 y descubrimos juntos que «código de la Biblia» cruzaba a «diccionario» donde «Lisan/lenguaje» aparecía dos veces. Rips descubrió que los dos versículos de la Biblia que tratan más directamente de «lenguaje», en Génesis 10:5 y Génesis 11:6, aparecían en la misma tabla.
La piedra Rosetta fue encontrada en 1799 cerca de una ciudad del norte de Egipto, en la desembocadura del Nilo. La piedra tenía grabado un mismo texto en jeroglíficos egipcios y en griego, con lo que fue posible descifrar el lenguaje pictórico del antiguo Egipto.
Muchos estudiosos han sugerido que existía un protolenguaje de toda la humanidad.

Charles Darwin, en 1871, dijo que «el hombre tiene una tendencia instintiva a hablar» (Descent of Man [La ascendencia del hombre]. El lingüista Noam Chomsky fue el primero en sugerir, hace más de cuarenta años, que el lenguaje tiene una raíz genética. Rips, al decir que el hebreo es el lenguaje original del hombre, cita a uno de los mejores comentaristas de la Biblia, el rabino Rashi, quien a su vez hace referencia al Génesis 11:1 —«Toda la Tierra continuaba siendo de un solo lenguaje»— y afirma que el hebreo era «la Lengua Sagrada».
El rotativo The New York Times publicó una noticia el 4 de octubre de 2001 citando un artículo del doctor Anthony P. Monaco, publicado revista Nature, en la que decía que se había descubierto el «gen del lenguaje».

Nadie sabe cómo o cuándo empezó el lenguaje. Algunos científicos afirman tener evidencias de ello investigando cráneos de homínidos de millones de años de antigüedad, pero otros, como el arqueólogo de Standford R: Klein, sostienen que se produjo un cambio genético específico en el cerebro del hombre hace sólo cincuenta mil años, lo cual hizo posible el lenguaje Esto secunda la teoría de Chomsky de 1959 que afirma que existe un órgano dedicado al lenguaje en el circuito neuronal humano.
Un estudio posterior de Svante Paabo del Max Planck Institute, citado en el Times el 15 de agosto de 2002, afirma que el estudio del genoma de humanos y chimpancés revela que el lenguaje evolucionó sólo en los últimos cien mil años. El artículo de Paabo fue publicado en la revista Nature.
En el código de la Biblia, la expresión «el gen del lenguaje» se cruza con «gen de Dios» y un largo versículo de la Tora afirma: «Antes de arruinar el Señor a Sodoma y Gomorra, era como el propio jardín de Dios» (Génesis 13:10). En hebreo, las mismas letras que forman «gen del lenguaje» también forman «jardín de Lisan». Por otro lado, «gen de Dios» también significa «jardín de Dios».
El periódico jordano Al-Arab Al-Yawm publicó una noticia en primera página atacando mi expedición arqueológica del 9 de enero de 2001.
Casi todas las afirmaciones que hacía este periódico eran inciertas, el mensaje básico estaba claro: «¿Por qué se le habría de permitir a una fundación extranjera excavar en terreno jordano en busca de reliquias judías?»
Hablé con el embajador americano en Ammán, Williams J. Burns, el 24 de enero y éste me hizo llegar más tarde, el 28 de enero de 2001, una traducción de lo publicado por ese periódico.

ARAFAT

Mi carta a Arafat del 12 de abril de 2001 fue recogida en el hotel American Colony de Jerusalén esa misma medianoche.
El jefe de Personal de Arafat, Nabil Abu Rudaineh, me llamó a la 1.15 de la madrugada del 13 de abril de 2001 para pedirme que viese a Arafat aquella siguiente noche.
Me entrevisté con Arafat el 13 de abril, a las 21 horas, en sus oficinas de Ramala. Estaban presentes en el encuentro su negociador jefe, Saeb Erekat, quien nos hacía de intérprete, y Rudaineh.
El 23 de julio de 2000, el rotativo The New York Times informó que Arafat le había dicho a Clinton que temía ser asesinado si renunciaba a Jerusalén. Nabil Sha'ath, el ministro de Asuntos Exteriores de Arafat, me dijo en una conversación telefónica, el 6 de diciembre de 2000, que Arafat creía en una enseñanza básica del islam: «Nuestro destino está predeterminado y no tenemos ni un día más ni un día menos de lo designado por el Cielo.»
Me reuní con Rips en su residencia de Jerusalén la misma mañana en que vi a Arafat, el 13 de abril de 2001. Rips no intentó convencerme de que no acudiese a la cita, pero comparó a Arafat con Hitler y Saddam Hussein.
Cuando Arafat me informó que «Mahoma dijo que tendremos mil años, pero no dos mil», hacía referencia a una tradición musulmana que no estaba en el Corán, sino en el libro de comentarios del mismo, el Hadith. En el calendario musulmán, el año 2001 era 1422, cuatrocientos años dentro del milenio que, según Mahoma, daría fin a la especie humana. El Corán afirma que la humanidad no puede conocer cuándo llegará el final.
«Arafat» se halla en el texto oculto de la Biblia justo debajo de «en el fin de los días». Su nombre es transcrito exactamente igual a como lo citan los periódicos israelíes modernos.
En la misma tabla del código de la Biblia también aparecen los nombres de los líderes israelíes «Barak» y «Sharon» y del presidente de Estados Unidos, «Bush». Una vez más, el código de la Biblia usa la grafía moderna israelí. El día en que conocí a Arafat, el viernes 13 de abril de 2001, cristianos, judios y musulmanes se reunían en la Ciudad Antigua de Jerusalén: los cristianos para celebrar el Viernes Santo y recordar la crucifixión en la Vía Dolorosa; los judíos para orar frente al Muro de las Lamentaciones, los restos del antiguo templo, en el penúltimo día de la Pascua judía, y los musulmanes para rezar en su Sabbath, en la mezquita de la Explanada de las Mezquitas.









YASSER ARAFAT

La coincidencia de días sagrados no hacía más que acentuar el conflicto religioso, contienda que duraba ya miles de años. Y, como desde el primer día, el epicentro del problema era Jerusalén.

SHARON

El 17 de abril de 2001 me encontré con Omri Sharon, el hijo del primer ministro, en el hotel King David de Jerusalén.
La noche anterior había caído fuego de mortero delante de la finca del primer ministro. Los disparos provenían de Gaza. Tanques y helicópteros israelíes respondieron de inmediato invadiendo Gaza, tal y como informaron los periódicos israelíes Ha'aretz y The Jerusalem Post, además del International Herald Tribune.
La prensa israelí informó el 16 de abril que Omri Sharon había mantenido encuentros secretos con Arafat durante la semana anterior. Yo me había entrevistado con Arafat dos días antes, el 13 de abril.
Sharon fue elegido primer ministro de Israel el 6 de febrero de 2001, es decir, el 13 de Shevat de 5761 en el calendario hebreo. Meses antes, yo ya había hallado en el código de la Biblia la palabra «Sharon» junto con la fecha de su elección, en un momento en el que todo el mundo pensaba que el vencedor iba a ser el anterior primer ministro, Benjamin Netanyahu, el candidato del Likud.
Las citas anteriores a la elección de Sharon acerca de la imposibilidad de llegar a la paz han sido extraídas del artículo del New Yorker de Jeffrey Goldberg, «Arafat's Gift» [«El regalo de Arafat»], del 29 de enero de 2001, pp. 57 a 67.
La carta que le di a Omri para su padre, el primer ministro, databa del 17 de abril de 2001.
Hablé con el general Isaac Ben-Israel, jefe científico del Ministerio de Defensa, el 1 de abril de 2001, y me reuní con él, el 12 de abril, en la sede del ejército israelí en Tel-Aviv. Ben-Israel me puso en contacto con el general Meir Dagan, quien había sido jefe de contraespionaje de la administración de Netanyahu, aunque también era la persona con mayor acceso a Sharon después de Omri.
La reunión con el general Dagan tuvo lugar en el municipio donde éste residía, en Rosh Pina, en el norte de Israel, el 4 de abril de2001. El periódico The Jerusalem Post publicaba, el 23 de noviembre, unas declaraciones de Dagan ante unos manifestantes contrarios a la paz: «Ha llegado el momento de enviar a Yasir Arafat de vuelta a Túnez.»
Dagan me dijo que había leído mi primer libro sobre el código de la Biblia en su primera edición en hebreo de 1997 y que se tomaba las advertencias bíblicas muy en serio.

Le entregué una carta a Dagan para el primer ministro con fecha de 4 de abril de 2001. Dagan me prometió que se la haría llegar a Sharon. Pero cuando finalmente se encontraron, el 16 de abril, Israel estaba sumido en una crisis total y el primer ministro sólo quería hablar de la próxima invasión a Gaza. En ese momento ya había tenido lugar el ataque a las inmediaciones de su propiedad y el ataque a una estación de radar siria dentro de territorio libanes.
«Lo vi —me dijo Dagan a la mañana siguiente—, pero no le di su carta. Estoy seguro de que, en medio de esta crisis, Sharon no le iba a prestar ninguna atención, especialmente si no tiene información previa sobre el código.»
Volví a ver a Dagan el 4 de diciembre de 2001 en Jerusalén.










OMRI SHARON
Le habían nombrado jefe del equipo de negociaciones para el alto el fuego, conversaciones moderadas por el enviado estadounidense, general Anthony Zinni.
De nuevo Dagan me prometió que hablaría con Sharon acerca de mi causa, pero lo cierto es que Israel estaba, una vez más, en crisis después de los tres atentados que, días antes, se habían cobrado veinticinco bajas israelíes.
El 10 de setiembre de 2002, Sharon nombró a Dagan responsable del Mossad, tal y como informaba el Ha'aretz del 11 de setiembre de 2002.
El 22 de abril de 2001 me entrevisté con el ministro de Asuntos Exteriores israelí, Simón Peres, en su oficina de Tel-Aviv. La última vez que había visto a Peres, el 26 de enero de 1996, era primer ministro.
Peres era conocido en todo el mundo como el artífice de los acuerdos de Oslo, pero también había sido responsable de desarrollar el arsenal nuclear de Israel en la base secreta de Dimona. Sin duda, Peres era consciente del peligro del terrorismo nuclear. Tres días después de conocerle, en 1996, cuando era primer ministro, tras advertirle que la Biblia hablaba de un «holocausto atómico», Peres hizo un discurso en el que afirmaba que el peor peligro al que se enfrentaba el mundo era que las armas nucleares «cayeran en manos de países irresponsables, de locos fanáticos». El 13 de setiembre de 2002, tras un encuentro en la Casa Blanca, Peres predijo que Oriente Medio podía o «vivir en paz o ser destruido por el poder nuclear» en cinco o diez años.

EL CÓDIGO DE LA VIDA

El 27 de octubre de 1998 entrevisté telefónicamente a Francis Crick. Éste se encontraba en su despacho de San Diego, California. Crick había ganado el Premio Nobel en 1962, junto a James Watson, por su descubrimiento de la estructura del ADN.
El mismo doctor Crick publicó en Icarias, una revista científica editada por el astrónomo Carl Sagan, en julio de 1973 , una curiosa teoría. «Los organismos de la Tierra fueron liberados en la Tierra por seres inteligentes de otro planeta.» A esta teoría la llamaba «panspermia dirigida».
Crick, tanto en nuestra entrevista como en el artículo original, rechaza otras teorías que afirman que el ADN llegó en un meteorito y, en vez de ello, afirma que «una primitiva forma de vida fue depositada en la Tierra por una sociedad tecnológicamente avanzada procedente de otro planeta», usando «una nave espacial».
El 27 de noviembre de 1998 me encontré con Rips en su casa de Jerusalén, exactamente un mes después de que Crick me confirmase lo que la Biblia afirmaba: «El ADN fue traído en un vehículo.»
Rips estaba de acuerdo en que era posible que tanto el código de la Biblia como el código de la vida tuviesen la misma estructura de hélice, dos espirales superpuestas, y me enseñó una tabla codificada que él mismo había hallado tiempo atrás, donde «juicio de Dios» se hallaba superpuesto con «piedad de Dios».


De hecho, no es posible mostrar la estructura del código de la Biblia en una página impresa de dos dimensiones o, lo que es lo mismo, en una pantalla de ordenador, porque, en realidad, el código es un cilindro de tres dimensiones. Como lo explicaba Rips, es como contemplar un mapa del mundo en vez de un globo terráqueo.
El lector podrá encontrar en el libro Life Itself [La vida misma] el desarrollo completo de la teoría de Crick panspermia dirigida.
En ese libro, Crick afirma: «El código genético es un pequeño diccionario que traduce el lenguaje de cuatro letras de los ácidos nucleicos al lenguaje de veinte letras de las proteínas» (p. 171).
El libro Genoma, de Matt Ridley, nos ofrece una explicación más actualizada de tal teoría (Harper Collins). Este autor califica código genético de «lenguaje».

Es interesante que muchos mitos antiguos de la creación, desde los meros escritos súmenos, afirmen que toda la creación es producto de unas palabras. Que las cosas fueron creadas porque alguien las nombró.
Como dice el doctor Rips, el judaismo lo deja todavía más claro: «La Torá existe antes que el mundo: primero, Dios creó la Tora y, después, el universo.» De nuevo encontramos que son las letras —el lenguaje— el plano en el que se construyó la creación.

LA INVASIÓN

El 29 de marzo de 2002, la invasión de Ramala y la destrucción del cuartel general de Arafat por tanques israelíes ocuparon la primera página del The NewYork Times, The International Herald Tribune y del periódico israelí Ha'aretz. La CNN y la BBC también cubrieron los acontecimientos. En estas fuentes se basa mi descripción de los hechos.
La invasión, la ocupación de la mayor parte de las ciudades importantes de Cisjordania, fue consecuencia de unos atentados suicidas que culminaron el 27 de marzo con el ataque al hotel Passover Seder, en la ciudad costera de Netanya. Los muertos ascendieron a diecinueve, y los heridos a más de cien.
El nombre de la operación militar israelí, «Muro Defensivo», está codificado en la Biblia exactamente como la escribió la prensa de ese país. Asimismo, hallamos los nombres de las dos ciudades donde se dieron los combates más encarnizados, «Jenin» y la «casbah» de Nablus.
En ese momento no podía recurrir a Omri Sharon puesto que había sido llamado a filas junto con otros miles de israelíes. Pero sí pude entrevistarme con el general Dagan en Tel-Aviv, el 1 de abril de 2002, para mostrarle la exactitud con que el código había predicho la guerra actual. Dagan me dijo que ya le había entregado la carta al primer ministro Sharon y yo le di una nueva misiva con fecha del 1 de abril.
A petición de Dagan, el jefe de Personal de Sharon, Uri Shani, accedió a entrevistarse conmigo una vez finalizada la serie de encuentros que iba a tener con el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell. El motivo de aquellas conversaciones no era otro que intentar acordar un nuevo cese de las hostilidades.
El 6 de abril de 2002 tuve un encuentro en Jericó con Saeb Erekat, el jefe del equipo negociador palestino. El lugar de encuentro escogido fue Jericó porque era la única ciudad que Israel no había ocupado. Le entregué una nueva carta a Arafat con fecha del 6 de abril.
La columna citada del The New York Times escrita por Thomas Friedman —en la que decía que las «armas de destrucción masiva podrían borrar a Israel de la faz de la Tierra».
Mi encuentro con Dalia Rabin, la hija del malogrado primer ministro, tuvo lugar en el knesset, el 3 de diciembre de 2001, durante mi anterior viaje a Israel. Ese mismo día, como preludio de la invasión de marzo, Sharon lanzó el asalto israelí más importante sobre Gaza y Cisjordania desde que Rabin y Arafat firmasen los acuerdos de Oslo de 1993.
Dalia Rabin dejó su puesto como ayudante del ministro de Defensa en julio de 2002, denunciando que Sharon había renunciado a conseguir la paz. El 15 de abril de 2002 me encontré con el general Yossi Kuperwasser en el Kirya, el cuartel general del ejército, en Tel-Aviv. Le dije a Kuperwasser, jefe del departamento de Inteligencia, que, gracias al código, conocía la localización de una base terrorista relacionada con Bin Laden. Aunque el código de la Biblia hacía una mención muy clara a ese lugar, no lo incluyo en este libro por razones de seguridad.
El 4 de setiembre de 2002, el primer ministro Sharon declaró en la televisión israelí que «Libia está convirtiéndose en una nación más peligrosa de lo que imaginábamos. Libia puede convertirse en el primer país árabe en hacerse con armas de destrucción masiva».
No sé si esa afirmación gubernamental fue producto de la advertencia que le transmití al general Kuperwasser, pero como mínimo fue una confirmación de una advertencia presente en el código.
El 9 de abril de 2002 me entrevisté con Dan Meridor, el ministro de la Presidencia israelí encargado de las amenazas químicas, biológicas y nucleares en su oficina de Jerusalén.
La cita de Meridor sobre los sucesos del 11 de setiembre de 2001, «Desafortunadamente, este ataque es sólo el comienzo», fue publicada en Ha'aretz del 11 de enero de 2002.
La CIA estima que Iraq podrá disponer de una arma nuclear hacia 2007, según una información del The New York Times del 11 de enero de 2002.
Uri Shani renunció a su puesto como jefe de Personal de Sharon el 18 de abril de 2002, con lo que se me cerraba una de mis mejores puertas de acceso al primer ministro.
La afirmación del entonces primer ministro Levi Eshkol a un joven general Sharon después de la guerra de 1967 —«los árabes seguirán allí»— está tomada del libro Six Days ofWar de Michael Oren (Oxford University Press Nueva York, 2002).
Según la versión oficial, sólo Jerusalén Este y los Altos del Golán, en el norte, fueron «anexionados» por Israel a consecuencia de la guerra de 1967, pero lo cierto es que también fueron ocupadas Gaza y Cisjordania. En marzo de 2002, por primera vez desde los acuerdos de paz de 1993, Israel reocupó Cisjordania y en junio de 2002 reinvadió los territorios.
Según un reportaje del New York times del 17 de setiembre de 2002, después de dos años de intifada, el número de muertos a causa del conflicto ascendía a 1790 palestinos y 609 israelíes.
Hice un último esfuerzo por contactar con el primer ministro Sharon a través de su hijo Omri ya que este libro iba a entrar en imprenta en setiembre de 2002 y le envié el siguiente correo electrónico:
«Omri: en una ocasión me preguntó: ¿qué se puede hacer? Mi respuesta, intentar que Israel sobreviva. »

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